El cuadro de situación es el siguiente.
Mosquito retirado en paradisíacas playas picaba y picaba sin pensar en mañana. Disfrutaba de su merecido retiro. Sin embargo, un ruido que cada día es más fuerte, lo obliga a esforzarse por no pensar y seguir así en el limbo de su dorado retiro. Pero, como todos sabemos, una vez que te joden la siesta, no hay manera de hacerse el dormido por mucho más tiempo.
Así que Mosquito pega la vuelta, bate sus alas y se acerca de nuevo al barrio. Al primero que se encuantra es al abuelo, aquel que era mejor que no despertáramos. Más despierto que nunca. Y junto con él, cientos de personas despiertas, de pie, indignadas, preparando la marcha para ganar la calle.
Me pareció una visión, un sueño, una película. Pensé, como tantas veces escribí aquí, que en España la gente no se moviliza, no protesta. Pensé que era esa la condición para ser un español decente. Que luego de tanta lucha, tanto conflicto, tanta sangre, el español de ley estaba dispuesto a tragarse todos los sapos que hiciera falta y que solo estaba habilitado para indignarse con su equipo de fútbol o contra su presidente en el bar, ladrando con la furia de un perro de caza, pero en el bar. Después de ver como la política y la banca se iban de fiesta, con orgía incluida y luego, resacosos y con la corbata y el rimel desaliñados, comparecían risueños en sus televisiones y pedían a la gente común que le pagara la juerga, sin que nadie dijera ni mú, pensé que ya lo había visto todo. Luego de compartir un agradable botellón con los jóvenes que saben que son una generación hiper titulada condenada al desempleo y después de comentar entre risas lo bien que estaban antes, cuando aún soñaban con el mileurismo, me planteé mi jubilación como Mosquito.
Pregunté qué había pasado y me mostraron algunas cosas que desde mi retiro no había tenido la posibilidad de descubrir. Según parece, el último tiempo ha sido algo así como la era de Sodoma y Gomorra de la economía mundial. Una auténtica juerga financiera y por lo visto, algunos desperfectos en la organización de la fiesta han hecho que hubiera que poner unos euritos de más. Pero según me comentan, con un poco de ajuste de la población mundial y unos cuantos millones de personas que se pasen del otro lado de la línea de pobreza, la fiesta podría mantenerse por unos añitos más. Para ilustrarme un poco más me enseñaron un documental muy interesante. Inside Job que nos enseña los errores que no debemos cometer si queremos montar una buena partuza financiera.
Otro de los factores que han hecho despertar a tanta gente han sido unos vecinos ruidosos. Parece que un buen día, una parte del mundo asumió que vivir en la opresión y la miseria es morir y decidió plantarse ante dictaduras que todos creían eternas e inamovibles. Túnez, Egipto, Libia, Marruecos y muchos más empiezan a mostrarle al mundo que aún queda indignación suficiente para ponerse de pie.
Y por último, en estas tranquilas tierras europeas, algunos abueletes deciden mandar un mensaje a los más jóvenes. Aquel abuelo que preferíamos dormido para que no viera las condiciones en las que hoy se vive y se trabaja, es el que decide escribir una carta a los jóvenes invitándoles a algo muy básico: «¡Indignaos!» Y resulta que el abuelo es Stéphane Hessel, un veterano de la resistencia francesa de 93 años. Y junto con él, otro abuelo, José Luis Sampedro de 94 años, invita a todos los jóvenes españoles a resistir y a crear. Casi centenarios, los abuelos llegan con su mensaje a cientos de personas que hoy mismo, 15 de Mayo se movilizan en toda España pidiendo Democracia Real Ya!.
Así que este Mosquito decide batir sus alas y prepararse para salir esta tarde a ver como una generación se pone en pie, algo que pensé que no vería y que según parece, solo es el principio.
ESTA TARDE, Domingo 15 de Mayo, 18:00 marcha de Cibeles a Sol por una Democracia Real Ya!
Nos vemos allí!