«Rafael es un chico de 16 años de origen dominicano que vino a vivir a Madrid por reagrupación familiar desde hace dos años. En la actualidad se encuentra escolarizado en un instituto de su distrito de Aluche, pero no se siente a gusto por muchos factores. Su acogida e integración en el ámbito familiar, en el centro educativo y en el barrio está siendo muy difícil por una serie de incomprensiones y malentendidos que se van sumando a su vida cada día.
De una parte sus profesores piensan que Rafael era una buena persona cuando ingresó en el Instituto, pues valoraban en él su ingenuidad y su silencio. Pero su opinión respecto al chico ha ido cambiando pues ven con desconfianza y a través de múltiples prejuicios las nuevas relaciones de amistad que el chico va estableciendo en este nuevo entorno. No entienden como Rafael desaprovecha la oportunidad de vivir en un ambiente -más desarrollado económicamente- para hacerse amigos y amigas de verdadero provecho para su desarrollo. Los profesores, en su mayoría, piensan que se desperdicia, e incluso pierde el tiempo y la posibilidad de labrarse un buen futuro, juntándose con chavales que se socializan por costumbre en la calle y se identifican con el movimiento sociocultural del hip-hop. Se escandalizan porque cambió su indumentaria por ropa de mayor tamaño. No saben que ese hecho es en si mismo la prueba de que su relación de amistad está basada en la solidaridad, pues entre los miembros de su panda se intercambian o dejan la ropa como lo hacen los hermanos mayores a los menores. Su grupo, aunque fuera pacifista y deportista, es para la sociedad una «banda latina», y por ende, se los relaciona con actos inmorales y hasta si se tercia delictivos. Para muchos profesores, los jóvenes hijos de inmigrantes, nacidos o no en el país, sólo tienen futuro académico si se relacionan con autóctonos, como si no existiera también en dicha población los fenómenos de deserción y absentismo escolar.
Su madre, por su parte, desconoce la personalidad, gustos e intereses de su hijo. Lo adora, pero no sabe quién es su hijo en realidad. Ambos tienen poco tiempo de convivencia juntos. Se puede decir que son extraños porque durante más de 10 años han vivido separados, pues ella para buscar un futuro mejor a su familia viajó hace más de 10 años a España, dejando a sus padres al cuidado de Rafael. Durante esta última década no ha parado de trabajar para conseguir el dinero suficiente para cumplir a cabalidad los requisitos que exige el trámite de reagrupación. Además, ella ahora tiene una nueva pareja y un hijo de su última relación, y no le queda tiempo para ahondar en sus relaciones familiares, y mucho menos para tejer redes sociales. Lo poco que conoce de su hijo son las quejas que mes a mes recibe de los profesores. Ella no sabe cómo ayudarle en su integración, desconoce los motivos de su desarraigo y las etapas de este proceso. Además no sabe quién o quiénes pueden ayudarle a su hijo, y a ella misma, en este sentido. Al parecer no existen agentes sociales capacitados para ello. Por tanto, su madre se debate entre el sentimiento de culpabilidad por el abandono forzado al que sometió a su hijo, y por otra parte, se siente superada por lo que escucha de los demás acerca de él. Muchas veces termina dándole la razón a los profesores acerca de las pocas posibilidades que tiene su hijo para labrarse un futuro próspero tanto en España como en República Dominicana pues se termina creyendo lo que dicen los medios y la sociedad acerca de éstos jóvenes. (more…)