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Se puede matar, muchachos.

noviembre 20, 2010

Es sabido que en tiempos de crisis, aflora entre la gente un olfato casi animal que busca con minuciosidad dar con alguna ganga, algún chollo. Se buscan las ofertas de los supermercados, el compre uno y lleve dos, se comparan marcas hasta dar con la más conveniente y así se busca resolver el día a día manteniendo cubiertas las necesidades básicas de alimentación.

Ahora bien, en los últimos tiempos, la oferta de ocasión es un producto distinto que viene a solventar necesidades más primarias, más oscuras: la muerte.

Si bien contamos con numerosos ejemplos de esta corriente comercial, la aparición estelar en el mercado de ofertas la tuvimos hace unos meses cuando vimos cómo el ejército de Israel nos daba la pauta de que se puede matar tranquilamente a coste cero. Fue la gran ganga del mes de mayo pasado. Se puede abordar un barco humanitario, enfrentarse violentamente con equipamientos de la más moderna tecnología militar a activistas con palos o a lo sumo algún cuchillo, liquidarlos en un abrir y cerrar de ojos y no tener ninguna consecuencia.

Ahora vemos un nuevo capítulo de esta moda internacional. La policía de Marruecos entra por la fuerza en un campamento de protesta pacífica del pueblo Saharaui y ante la cara de nada de la comunidad internacional, se carga el campamento dejando atrás muertes, desapariciones y torturas. Y no pasa absolutamente nada.

Sin embargo, podríamos caer en un error y sacar conclusiones fatídicas para cualquier mortal, normal y corriente que un día le entren ganitas de matar tranquilamente a su vecino, a su profesor de filosofía o al amante de su novia. Aunque pudiera parecer lo contrario, el chollo de matar no está al alcance de todos.

Es por eso que el Mosquito, en su afán de educar a la juventud, acerca a su público este primer manual sobre «Cómo matar tranquilos y no comerse veinte años en el trullo».

Extracto del capítulo IV «Instrucciones técnicas para ejecuciones extra-judiciales gratuitas»

  1. Construye un país
  2. Hazlo miembro de la ONU
  3. Apúntate a todos los organismos de derechos humanos que encuentres. No importa si los conoces o no, sino que aparezcas en todos, aunque sean los del barrio.
  4. Hazte amigo comercial de tus compis de la ONU. Algún gasoducto que tengas a mano, petróleo, armas, o algo que puedas intercambiarle a tus nuevos amigos. Candidatos especialmente fáciles son España, Francia o Estados Unidos.
  5. Procura que en tu país haya algún grupito de radicales peligrosos que puedas controlar pero que a su vez te sirvan como amenaza en momentos de negociación. Del estilo de «Si no me dejan ametrallar tranquilo, tal vez no pueda controlar al perro rabioso que tengo en casa»
  6. Señala un enemigo malísimo, terrible, poderosísimo. En general suele bastar con decir que tus vecinos son «terroristas». Un ejemplo puede ser «En el bar de la esquina están tomando vino fino unos terroristas» y ya puedes disparar el misil aire-tierra contra el bar Manolo’s.
  7. Una vez en faena, puedes gasear, arrasar, acribillar, secuestrar, violar, golpear o torturar pero siempre en «defensa propia», o por lo menos eso es lo que debes decir cuando vayas, días después, a hablar en la ONU. Ellos te comprenderán.

Finalmente es importante resaltar que si no cumples estas normas ni se te ocurra matar, ni insultar, ni pasarte en el límite de velocidad, ni copiarte en un examen, porque vas de culo. Todas las cosas que te han dicho en casa, en el cole, en la iglesia, todas esas normas, que no se puede esto, que no digas lo otro, que el respeto, que la educación, que los mandamientos, todo eso, que por supuesto prohíben matar, son de obligado cumplimiento para todos los que no acrediten estos requisitos anteriormente citados.

Así que si eres un pringado estudiante/a, parado/a, mileurista, panoli o jubilado/a, lo sentimos, esta oferta no es para tí.

Cuál es tu problema?

noviembre 17, 2010

Eso. Cuál es tu problema? No estaba. Me tuve que ir. Tuve que dejar de escribir. El Mosquito dejó de batir sus alas. Y qué?

Nunca te pasó? Nunca te aplastaron contra una pared? Nunca te arrancaron las patas entre carcajadas e insultos? Nunca te ahogaron en una tasa de té caliente? Nunca te encerraron en un puño hasta dejarte sin aire, ahogándote con tu propia lengua? Nunca recibiste, en la indefensión absoluta, un certero golpe de periódico que deja todo cancelado, suspendido para dentro de mil vidas? Al Mosquito le pasó.

Desde ese lugar donde me quedé, casi como quien está mirando un vídeo, pude ver todo lo que pasó en estos meses. Sin atinar a moverme, vi juventudes en pie de guerra, políticos en campaña electoral, sindicatos en decadencia, economías respirando de mentira y familias sucumbiendo de verdad. Lo ví con los ojos vidriosos de un Mosquito mudo, disecado.

Sin embargo, una vez más, unos imberbes vinieron a fastidiarlo todo. Nada es más tranquilizador que un certificado de defunción. Y ahí tuvieron que venir, niñatos buenos para nada, a decir que no, que nada de finales. Que al contrario, que ahora viene lo bueno. Que es el tiempo de decir lo que otros no dicen. Que es momento de pensar, de hablar, atropellar, enloquecer,  arrollar, amedrentar y revolver a estos que permanentemente «dicen poco, porque saben poco!». Tiempo de sacudir a los que, como el Mosquito, veían con ojos de lata como la mugre lo cubre todo.

Sabido es que a este alado, dar guerra le gusta más que a un político una cámara. Así que aquí estamos, gracias a Calle 13, al Residente, al Visitante, de nuevo listos para el vuelo.

Calle 13, estos tremendos puertorriqueños (ya hablaremos de ellos y su música), sacan disco nuevo, «Entren los que quieran». Este primer corte de su disco, «Calma Pueblo» fue censurado en muchos países latinoamericanos. Así que ahí lo tienen. Querías sopa? Pues toma dos tazas.